Nacieron y se desarrollaron en medio de una pobreza muy extrema en el barrio Las Flores, en Bayaguana, hoy los Pie´s, Luisito, Bernardo y Christopher agregan otro hito a su gran historia en el taekwondo dominicano.

A las medallas panamericanas y olímpica alcanzadas por los dos mayores en su carrera, ahora en este certamen se une Cristopher, quien aunque se despidió sin preseas, no dejó de dejar establecido un logro más que representativo.

Ellos, representan una trilogía de hermanos que en algún momento de sus carreras hayan vestido los colores patrios en unos Panamericanos. Luisito fue medallista de bronce en Río De Janeiro 2016, Bernardo fue un medallista de plata en Lima 2019 y repitió su hazaña en este certamen. Chistopher lo acaba de hacer este año.

Nada mal, para unos bisoños, quienes salieron del vientre de doña Marisol Esquile Pie, ésta nunca quiso que su hijo mayor, Luisito, practicara un deporte si se quiere rudo, pero que el éxito que comenzó a cosechar desde su plata en el 2014 en Veracruz solo hizo que sus dos hermanos, Cristhoper y hasta el menor Jaime siguieran su amor por el Siguieran sus pasos, como ovejas del mismo rebaño.

Todo un hito, para unos muchachos que vendieron huevos, aguacates, verduras, dulces de maní en las calles polvorientas de las Flores, un sector de Bayaguana donde los hechos nocivos les ganan la competencia a las buenas acciones.

“No lo había escuchado y es algo que me enorgullece el hecho de que haya ocurrido, más lo digo porque desde niño pasamos muchas vicisitudes, mi mamá tenía que hacer grandes esfuerzos para que cada día pudiéramos tener las tres comidas”, expresa Bernardo.

“En lo que a mi respeta es un gran privilegio el contar con esa hermandad y el tener ese gran espíritu deportivo, tal como lo han hecho en el pasado reciente Luguelín y Juander Santos, creo que la dinastía Pie han marcado su lugar en la historia”, añadió Bernardo.

Aunque pobres en la adquisición de recursos, pero más que ricos en los valores que le brindó su madre, quien siempre se esforzó para que nunca salieran de la línea recta que se había trazado en el hogar.

“Nuestra niñez fue sumamente difícil, vivimos momentos de muchas precariedades, Luisito y yo en ocasiones teníamos hasta que compartir un mismo par de zapatos, asistíamos a la escuela sin almuerzo, sin efectivos”, sostiene.